Fuente: http://www.abc.es/local-toledo/20121116/abci-daimiel-tablas-201211161453.html
Las ONG ecologistas celebran el aumento del agua
subterránea en los acuíferos sobreexplotados del Alto Guadiana,
especialmente en el acuífero 23. Sin embargo, lejos de lo que señalan
las informaciones optimistas publicadas estos días, WWF y
Ecologistas en Acción recuerdan que este suceso se ha producido solo
gracias a los extraordinarios aportes de lluvia de los últimos años, en
particular entre 2009 y 2012.
El ascenso de los niveles freáticos en el acuífero 23, lo que ha dado lugar a que desde algunos ojos artificiales llegue agua al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, se
ha debido a las excepcionales precipitaciones de agua de lluvia
registradas en los últimos años y no a la fallida reducción y control de
las extracciones para regadío. Más que nunca, ahora es el
momento de reducir esas extracciones para aprovechar este agua en épocas
de sequía y consolidar la recuperación del acuífero y de las Tablas de
Daimiel.
Además, las organizaciones subrayan que los afloramientos
de agua que se han localizado no son en realidad los auténticos Ojos del
Guadiana, que siguen secos, sino surgencias en cota más baja que estos,
aparecidas en zonas de intensa extracción de turba.
En contra de lo que se ha sugerido por las
Administraciones, la recuperación no se debe a las fallidas medidas de
ahorro emprendidas en la última década, según los ecologistas. Los altos niveles de extracción de agua para regadío se han manteniendo sistemáticamente en estos años,
tras un pequeño descenso como consecuencia del plan de compensación de
rentas y la disminución del precio de los cereales en los años 90.
Por el contrario, la apuesta del Gobierno de
Castilla–La Mancha por el regadío de la viña en espaldera ha supuesto un
paulatino ascenso en el consumo de agua por parte de este cultivo.
Así, desde 2004 ha aumentado su superficie, mientras que el maíz y los
cultivos forrajeros y hortícolas se mantienen en unos niveles similares
año tras año. En cambio, gracias a las ayudas agrarias, la viña ha
pasado de 12.000 ha regadas en el año 2000 a las 90.000 que se regaron
en 2012, convirtiéndose en el mayor consumidor de agua del acuífero 23,
según las asociaciones ecologistas.
A pesar de las medidas agroambientales y del PEAG, desde
finales de los 90 se han mantenido extracciones reales entre 290 y 250
hm3 al año, muy lejanas de los propósitos del Plan Anual de Extracciones
que sólo autoriza 200. A juicio de las asociaciones ecologistas, esa
situación provocó déficits de hasta 3.500 hm3 en 2009, y la grave
crisis hídrica que sumió al PNTD en la más absoluta sequía y lo
convirtió en pasto de las llamas.
En consecuencia, «ha sido solo el extrarordinario volumen
de precipitaciones de estos años lo que ha producido una recuperación»,
que el IGME cifra en 2.500 hm3, en las reservas y no la acción de la
administración. Así, lejos de poder incrementarse las extracciones, como
piden, esta bonanza hídrica debería animar a controlar las extracciones
ilegales para, de esta forma, adelantar al menos a 2021 el objetivo de
alcanzar el buen estado cuantitativo del acuífero, como exige la
Directiva Marco del Agua y que el PEAG preveía inicialmente para 2027.
De otra forma, «cuando vuelva la sequía, el problema reaparecerá
y con mayor intensidad al haberse consolidado un enorme consumo
estructural de agua por el viñedo en regadío», advierten las asociaciones ecologistas WWF y Ecologistas en Acción
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