En esta casilla de pescadores, Los Cantares, familia del río como tantas que vivieron de sus riquezas, vamos a iniciar esta ceremonia de botadura en la que falta el escenario principal: el agua. Triste ironía que en un momento tan esperanzador como el que viven Las Tablas parta este barco de un puerto seco. Fatal destino el de estos pescadores que siendo las principales víctimas de la sinrazón humana que llevó a la pérdida de su modo de vida allá por los 60, ahora vivan de nuevo la experiencia amarga de ver como su historia y su recuerdo, hoy también, se mezclan con la vergüenza de gestores prepotentes y cobardes.
El origen de esta costumbre de hacer una ceremonia de botadura, es una práctica antigua: se vertía vino tinto en la cubierta de un barco recién botado y en la superficie del mar, como libación para los dioses del mar y para pedirles disculpas por la grosera irrupción en sus dominios. Los romanos empleaban a menudo agua como símbolo de pureza, pero los griegos preferían el vino.
"¡Que Dios bendiga a este barco y a todos los que naveguen en él!"
Valga esta botadura simbólica para rendir homenaje al último eslabón de la historia del hombre de Las Tablas. Una historia que se remonta hace 4000 años con aquellos sedientos habitantes de las motillas, iberos, griegos, romanos, moros y calatravos hasta llegar a las gentes del río, a los:
Cantares, Cagasalvaos, Perico, Josito, Tio Juan, la Tia Paula, Juanito, Andrés, los Escuderos, los Gambetas y los Cotoños, Atanas el perdío, Juan Antonio, Alfonsillo, la familia de Benito, Pilro, Los Ricardos, Mari y el Chato, Julio Canillas, Juli el Trompa, los Pelayos, Antonio el de Zacatena, Los Duendes, Teresa Sanroma, Prisco, Chocolate, el Raco, Vicente Perales, Justillo, Bautista el Guarda, Canitas, la Reina, Maria Pinilla, Mateo los gemelos, Carita, Julián Rodríguez, Saturnino, el tío Anorra, Deogracias, Pitones, el tío Mentiras, Monene y Marchena, el Guindas, El Checa, Nenín, Manuela y Román, Graciano, Vinagre, Juanvi y Mauri, Borondo. El Pica, Meco, el Morenillo, los Zarcas, los Colines, Cañones, el Jabalón, el Mini...
A todos, gracias por vuestro legado. Este barco que botamos ahora es nuestro sencillo homenaje a vuestro saber hacer, a vuestras enseñanzas y también a vuestros pesares, símbolo que sois del alma peregrina de Las Tablas de Daimiel.
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