Hoy nuestros ojos están en el Guadiana, porque no hay Tablas
sin ojos. Nos sentimos felices de poder ver como el rio llega al Parque
queriendo ser participes con este gesto, arrojando ojos al rio.
Nuestra mirada la ponemos en el Guadiana porque queremos disfrutar
del espectáculo de la renovación de la vida y de la fertilidad de la tierra. El
milagro del agua que trae abundancia y
prosperidad.
Cuando la insensatez humana estaba a punto de acabar con
todo. Cuando Las Tablas parecían irse para siempre, evaporadas por la
estupidez, justo cuando la vida no podía menguar más, el Guadiana comenzó a
estremecerse, lentamente al principio, pero tomando fuerzas y derramándose
sobre la tierra llana y seca.
Parece que todo volviera a su estado originario, el ganado se
arrima de nuevo a beber en el río, los pescadores se reúnen en torno a los
molinos y los campos fertilizados vuelven a estar preñados de vida. El
contrastre entre la vida y la muerte en pocos meses como un frágil equilibrio
entre contrarios.
En Egipto, la crecida del Nilo se veía como las lágrimas de
Isis llorando al perdido Osiris. Las lágrimas cayeron e incrementaron las aguas
del Nilo, humedeciendo el cuerpo reseco e inerte de su amado esposo. Se decía
que Isis hacía que el Nilo creciera y se desbordase devolviendo a la vida a
Osiris y desatando la inundación. Isis embarazada del renacimiento de Osiris
engendró a Horus, su hijo, el nuevo año. Con Horus, el del ojo del halcón,
comienza la historia de la humanidad.
Pero la muerte no desaparece, el peligro de un Guadiana seco
no está salvado. Las Tablas no están libres de la agonía por la falta de agua.
Planes, proyectos, presupuestos y obras seguirán medrando a costa de nuestra
paciencia y de la ruina de los recursos naturales. Sólo las lágrimas de los ojos
y sus hijos nacidos del río lograran que el ciclo de la vida se renueve año
tras año para poder seguir disfrutando de este paraíso. No hay Guadiana sin
ojos. No hay Tablas sin Guadiana.
Molino de Molemocho, 22/12/2013
Molino de Molemocho, 22/12/2013